martes, 20 de marzo de 2012


Todo lo que tengo en esta vida son mis cojones y mi palabra y no lo rompo por nadie, ¿entiendes?

sábado, 17 de marzo de 2012

 Qué poco duran los sueños y como abundan para seguir soñando.
Menos aún dura lo bueno y cuánto da para hablar de ello.













miércoles, 29 de febrero de 2012

Se despertó de madrugada sudoroso y con el frío agotador de todas las noches. No tenía sueño y no hizo ademán por tenerlo, así que se levantó y se fue con lo puesto.

Buscaba entre las calles, temía por sí mismo. Aquella noche oscura y muda no era como las demás. Necesitaba encontrarla, era su punto de apoyo y desde que ella no formaba parte de su vida nada tenía sentido para él. Llevaba días manteniéndose a base de cigarrillos mal liados por ese pulso que siempre le fallaba, no quería comida y el whisky era poco para poder evadirse lejos de su propia mente.

Siete calles más y un señor con traje de los noventa fueron suficientes para avivar su mirada. Tenía información sobre ella y se la dio sin pedir nada a cambio. Lo poco que podía ofrecer se lo guardó en el bolsillo trasero del pantalón con el que llevaba días y tomó rumbo hacia donde le indicó aquel sin techo.

Al llegar a la puerta hizo una pausa para tomar aire lo suficientemente larga como para saber lo que le esperaba después de cruzar el dintel y lo suficientemente breve como para no demorarse en poder tenerla ante sus ojos. Llamó. Una, dos veces y antes de la tercera abrió aquel veinteañero con los párpados hinchados y cara de pocos amigos. Alzó la cabeza y con esos cinco segundos a oscuras en el rellano, mirándose fijamente, bastaron para sacar una sonrisa de medio lado al joven desaliñado.

Suplicó por ella, prometió que sería la última vez que le pedía algo. Ahora la necesitaba más que nunca. Cinco minutos más tarde la tenía frente a él, ansiaba por tenerla tan cerca como en ese momento.



Antes de dar el paso definitivo se le pasaron por la mente su mujer y su hija pero sacudió la cabeza a ambos lados para disfrutar plenamente de lo que iba a hacer. Ahí estaba: medio gramo sobre la mesa, extendido y preparado. Sonrió, cerró los ojos y se inclinó hacia ella, la cocaína.

jueves, 23 de febrero de 2012


 Aquel otro día, de aquella otra semana, a cierta hora inútil embobada con la nada miró el teléfono móvil, buscó su última conversación con él y vio el punto final. Ese momento le bastó para reaccionar ante la situación y no, no estaba siendo valiente. Evitar el tema no hacía que pasase desapercibido, no podía ser cierto... Tiene ese don para atraer los finales insípidos pero éste era peor que eso: se le estaba haciendo eterno.

Entonces se giró, se aferró a la almohada y no lloró.
Ni una sola lágrima quiso salir a esparcirse por sus mejillas. Claro que había dolor pero, sin haberse dado cuenta, ya se había preparado para ésto.


-No le des más vueltas.- se decía en sus pensamientos,-ya está.



sábado, 4 de febrero de 2012





Éramos libres, no teníamos leyes que regir ni nadie a quien dar explicaciones. Íbamos y veníamos, hacíamos lo que queríamos. Nada era complicado, cuando algo no me gustaba desaparecía porque de la única persona de que dependía era de mí misma.




Poco después me desperté y me vestí con mis obligaciones.




lunes, 30 de enero de 2012



La última tarde que hizo sol no apuré los últimos rayos de luz. Me arrepiento, no sabes cuánto.. ¡Ay amor! No sé cuando volveré a disfrutar del calor de verano en invierno.

Me pasa lo mismo con todo. Mala suerte la mía tener que recordarlo tantas veces. Perra la vida, me lo quita todo.

Me aferré a la última calada como si al acabar el cigarrillo fuese a cambiar todo. Nunca echaré de menos mi desdicha, si acaso de más.





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domingo, 29 de enero de 2012





 Secuestraré los recuerdos y la única recompensa válida será que dejen de ser tan sólo eso, recuerdos. Es nuestro deja : tú y yo ya nos hemos olvidado antes.











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